El peso de la infertilidad: las claves para afrontar el problema

La infertilidad, entendida como la incapacidad para concebir hijos de forma natural tras al menos un año de búsqueda, manteniendo relaciones sexuales no protegidas, supone una situación difícil para la pareja, que puede desembocar en una crisis vital.
Es importante no subestimar el peso de la infertilidad en la pareja, valorando en su justa medida cómo puede afectar psicológicamente a cada miembro y cuál será el alcance emocional, recurriendo en caso necesario a la ayuda de un psicólogo.
Existen una serie de factores, como el sexo, la edad o si la pareja tiene o no hijos, que van a tener una gran influencia en el impacto psicológico de este problema y la forma de afrontarlo e intentar solucionarlo.
En cualquier caso, es evidente que desear tener un hijo y tener problemas para conseguirlo es una situación que de ningún modo puede dejar indiferente a ambos miembros de la pareja. Así mismo, sus consecuencias se van a hacer notar en tres momentos clave: antes del diagnóstico de infertilidad, después del diagnóstico y durante el tratamiento, en el caso de que la pareja decida someterse a alguno.
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La etapa previa al diagnóstico
Cuando la pareja lleva ya algunos meses intentando conseguir un embarazo sin lograrlo, comienzan a aparecer una serie de desajustes emocionales. Los sentimientos de desilusión, frustración e incluso tristeza y depresión se mezclan con emociones positivas e ilusionantes. Aunque todo depende del tiempo que la pareja lleve intentando concebir y la intensidad del deseo de ser padres.
En general, la búsqueda de un niño es una época de vaivenes emocionales, en los que es fácil pasar del desánimo a la ilusión en cuestión de días e incluso horas.
También son muy comunes los nervios y la ansiedad. Algunas parejas se obsesionan y se hacen pruebas constantemente para confirmar el embarazo, se ilusionan enormemente con cualquier mínimo retraso de la menstruación y se frustran si esta llega.
Consecuencias después del diagnóstico de infertilidad
El momento del diagnóstico supone un punto de inflexión en la pareja. Es una situación dura pero, al mismo tiempo, puede significar una cierta liberación de la ansiedad. Ahora la pareja ya tiene la confirmación de su problema y llega el momento de afrontarlo.
Un diagnóstico de infertilidad no es igual a uno de esterilidad. Para el primero existen diversos tratamientos de reproducción asistida que, por lo general, son comentados por el médico a la pareja cuando se les informa de su problema de fertilidad.
No obstante, sobre todo durante los días o semanas posteriores al diagnóstico, es habitual que la pareja se vea afectada por una serie de sentimientos negativos:
- Sentimientos de culpa y de inferioridad.
- Baja autoestima.
- Ansiedad.
- Diversos grados de depresión.
La relación de pareja puede verse afectada en diversos aspectos: confianza, comunicación, sexualidad…
¿Cómo afecta psicológicamente el tratamiento?
Si la pareja decide ponerse en manos de un equipo profesional especializado en reproducción asistida y seguir un tratamiento de inseminación artificial o de Fecundación in Vitro para intentar cumplir su sueño de tener un hijo, hombre y mujer deben prepararse para una etapa de fuerte carga emocional.
Especialmente si fallan los primeros intentos, el desánimo y la tristeza pueden hacer mella en la pareja. También se harán especialmente patentes los sentimientos de incertidumbre y ansiedad ante la espera de resultados.
Los tratamientos de reproducción asistida son cada vez más eficaces
Afortunadamente, el porcentaje de éxito de las técnicas de reproducción es cada vez mayor gracias a: los avances tecnológicos, la experiencia y capacitación de los profesionales y el desarrollo de herramientas de apoyo como el test ERA, desarrollado por Igenomix. Esta prueba permite determinar y personalizar cuál es el mejor momento para realizar la transferencia embrionaria, localizando la ventana de implantación de cada mujer.
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